El hombre tranquilo

14/04/2010

El hombre tranquilo volvió a casa después de una experiencia traumática: mató a un hombre accidentalmente. Regresó a lo que él consideraba su casa, en Irlanda, compró la casita en la que había nacido, se enamoró de una pelirroja, se casó con ella y debido a una amarga disputa con su cuñado relacionada con la dote de la novia, no consumó su matrimonio. Su vida familiar no fue lo que él había esperado, hasta el día que decidió afrontar sus problemas, es decir, al hermano de su mujer, y arreglar sus diferencias insalvables como dos adultos violentos y alcoholizados suelen hacer: a puñetazos. Hubiera sido mucho más feliz si hubiera hecho aquello mesea antes, pero él era el hombre tranquilo, y el hombre tranquilo, precisamente por su pasado, no lucha a menos que lo obliguen a hacerlo. Cuando eso ocurre, ganará la pelea.

Muchos años más tarde, un tipo decidió hacer un documental sobre el pueblo en el que se rodó El hombre tranquilo. La película, al igual que el pueblo, se llamó Innisfree, y a decir verdad, sus mejores escenas eran las escenas de El hombre tranquilo que cntenía su metraje. Tuvo cierto éxito en los círculos reducidos que se entusiasman por los documentales, cinco minutos de fama no merecida que pusieron de moda El hombre tranquilo lo suficiente para que una cadena de televisión decidiera emitirla una tarde. Fue entonces cuando la vi por primera vez. El hombre tranquilo es tan buena que siempre me parece verla por primera vez cada vez que la veo.

Creo que mi obsesión con las pelirrojas tiene su origen en la impresión que dejó en mí Maureen O’Hara.